Centros educativos alternativos

Noticia publicada el 23-03-2016

Proyectos de educación libre, Método Montessori, Waldorf, Pestalozzi… están muy de moda. Tan de moda que quizás deberíamos comenzar a preocuparnos y diferenciar lo que puede ser un proyecto hecho con mucha ilusión pero sin una base sólida, de un buen proyecto educativo responsable y comprometido con la sociedad en la que vive.

En las últimas semanas, he tenido la oportunidad de visitar algunos de estos proyectos educativos alternativos y he decidido escribir algunas recomendaciones a tener en cuenta por los adultos que buscan una mejor educación para sus hijos.

 

Como familiar responsable, tienes que tener una base informativa de lo que quieres
No puedes acudir a una jornada de puertas abiertas o visitar un centro de éstas características sin ni siquiera tener noción alguna de qué es lo que buscas. Si lo haces así, no podrás contrastar información alguna y seguramente será “muy fácil” que quedes gratamente impresionado de lo que puedas ver allí. El deseo de buscar algo alternativo hace que cualquiera o la mayoría de los proyectos que nacen hoy en día nos puedan resultar interesantes a simple vista.


Proyecto, dirección, objetivos, visión de futuro…
No debe ser suficiente quedarse impresionado por lo bonito del lugar. Infórmate bien de quién es la persona que encabeza el proyecto, su formación, su equipo de trabajo, quiénes son, su experiencia, sus bases, con qué objetivos nace, cuál es su visión de futuro... Todos estos aspectos son súper importantes. No te dejes llevar únicamente por lo atractivo del lugar y porque en el interior haya materiales Montessori o Waldorf. Todos estos materiales no sirven de nada si detrás no hay un equipo de trabajo que sepa al 100% por qué están ahí.

“Creer al 100% en el desarrollo natural del niño” -es muy fácil decirlo, pero tremendamente complicado llevarlo a cabo por un adulto “viciado” que lo primero que tiene que hacer es iniciar, él mismo, un proceso de desaprender lo aprendido para así, poder visualizar un nuevo paradigma educativo centrado en el niño.


Visítalo un día cualquiera (y evita las impresiones de una jornada de puertas abiertas)
Un día cualquiera vas a poder observar el verdadero funcionamiento del centro. Durante el transcurso de unas jornadas de puertas abiertas, todo es muy mono, pero eso sí, de cara al adulto. Y tenemos que tener en cuenta que el día a día de ese lugar lo van a crear los niños. Por eso, concerta una entrevista para observar un día de actividad normal y podrás obtener una mejor conclusión.


El adulto debe, lo primero, ser sincero consigo mismo

Tú debes plantearte qué es lo que quieres desde la información que tienes. Durante los años que llevo conociendo proyectos y familias interesadas en este tipo de educación, me he encontrado en un gran porcentaje con personas, que de inicio, no saben ni lo que quieren. Tienen claro que desean otra educación para sus hijos, pero con eso no basta. Porque la moda de hoy en día nos lleva, en gran parte, a pretender a priori otra educación para nuestros hijos pero, a la hora de la verdad, no aceptamos las características que este tipo de educación tiene. Hay que tener muy en cuenta, que en parte, tú también vas a tener que “escolarizarte” para conocer y comprender mejor esas características de lo que es de verdad una educación centrada en el niño y el por qué de hacerla así.

“La educación tiene que enseñarles (a los adultos) que desde el nacimiento pueden proteger conscientemente las necesidades psíquicas de sus hijos y que no es conveniente delegar estas funciones en guarderías impecablemente higiénicas con niñeras muy bien preparadas pero que apenas satisfacen sus necesidades físicas” - María Montessori, Educar para un nuevo mundo.


¿Montessori, Waldorf, Pestalozzi…? ¿Qué es esto?

Sinceramente, me llama la atención cuando entras a algunas de las salas “preparadas” de éste tipo de proyectos y te encuentras con estanterías donde hay un poco de material de diferentes pedagogías o métodos educativos. En verdad, y para aquellos que no tienen mucha información, suena muy bien cuando quien explica el proyecto dice que ése lugar está compuesto por materiales Montessori o Waldorf. Pero ésta información es puro marketing.

Quienes hemos estudiado estas metodologías, bien sabemos que no es cuestión de tener un poco de cada cosa, porque el Método Montessori, por ejemplo, es mucho más que sus materiales y es muy difícil poder sacar o extraer de él todas sus interesantes características si ya de inicio lo mostramos desmembrado.

Evidentemente puede haber espacios educativos compuesto por materiales de diferentes metodologías, pero lo importante no es eso, lo importante es que el adulto responsable de ése aula o ambiente sepa y conozca bien por qué tiene colocado ese material ahí.


Comencemos llamando a las cosas por su nombre

Porque si no comenzamos ya a hacer esto, vamos a perjudicar a quienes sabemos que otra educación sí es posible (y, de hecho, ya se está haciendo en algunos lugares). En las visitas que he podido tener a estos “proyectos educativos” sin base alguna, he observado como las familias salían desencantados y, sobre todo, con muchas dudas, debido, en gran parte, a que no había realmente un proyecto educativo, lo que había era una ilusión y las personas encargadas de explicarlo no habían sabido transmitirlo, simplemente porque no estaban preparadas para hacerlo. Hoy en día, hay quienes realizan proyectos de éstas características basados, únicamente, en que han acudido a unas jornadas de dos o tres días y han salido emocionados de las mismas.

El desconocimiento que tenemos actualmente de los niños, hace que estemos confundiendo, por ejemplo, lo que puede ser trabajar el Método Montessori de lo que es el sentido común. Plantear un espacio en un aula de un proyecto alternativo sin más, de una escuela tradicional o en casa con elementos que tengan en cuenta las características de los niños para su mejor desarrollo, no se llama Montessori, se llama sentido común; dejar a un niño, mientras el adulto observa, que trabaje en aquellas cosas que le interesan, no se llama Montessori, se llama sentido común; ir siendo conscientes, ir dándonos cuenta que el niño es feliz mientras quiere lo que hace, no se llama Montessori, se llama sentido común… y así podríamos seguir con unos cuantos ejemplos más.

 

Un cambio real del paradigma educativo depende de todos

Depende de todos nosotros aprovechar el contexto en el que nos encontramos para mostrar, de verdad, que otra educación es posible. Pero tenemos que comenzar siendo sinceros con nosotros mismos. No vale llamar a cualquier proyecto educativo “alternativo” o “educación libre” o “Montessori”. Si hacemos ésto, se lo estaremos poniendo fácil a un sistema que seguramente ya se inquieta al ver la cantidad de gente y proyectos alternativos que están surgiendo. Se lo estaremos poniendo fácil porque aprovechará la debilidad de algunos de ellos a través de sus tentáculos mediáticos para decirle a la sociedad las mentiras o falsas expectativas de la llamada “educación alternativa”.

Tú también formas parte del cambio. Tú tienes un papel muy importante y estar bien informado y ser sincero con uno mismo, es un buen punto de partida.•

Pedro Valenzuela
Guía Montessori AMI de “Casa de niños”
www.guiamontessori.es

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