Danza del vientre para mujeres embarazadas

Noticia publicada el 23-09-2016

Cuando nombramos la palabra danza, ¿qué acude a tú mente? Posiblemente, la danza como expresión artística, algo que hay que aprender, y que sólo a unos pocos se les da bien… Cierto es que en nuestra actual cultura occidental, el baile ya no forma parte de la vida cotidiana, sino que tiene reservados sus propios espacios. Sin embargo, a lo largo de la Historia, esto no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que la danza formaba parte intrínseca de la vida diaria, naciendo de la necesidad de expresarnos y dar sentido a nuestra existencia. La palabra “danza” viene del sánscrito tahna, que significa “alegría de vivir”, mientras que la palabra árabe para baile, raqs, y la turca raqqase, ambas derivan del asirio raqadu, que significa “celebrar”. La danza formaba parte de rituales religiosos, y en algunas culturas aún es así. Especialmente, las danzas basadas en movimientos pélvicos y de cadera han formado parte de rituales relacionados con la fertilidad y el nacimiento en diferentes culturas alrededor de todo el mundo. En algunas culturas, durante los partos, las mujeres bailaban alrededor de la parturienta para ayudar en el proceso y darle fuerzas.

¿Cuándo salió la danza de la vida cotidiana? Haciendo un resumen muy resumido, podemos decir que el cambio empezó hace miles de años, con la llegada de las religiones centradas en la figura masculina, y el patriarcado. La danza se fue suprimiendo poco a poco, primero de la vida pública, y seguidamente de la cotidiana, aunque esto varía mucho según qué religión y qué parte del mundo. El resultado, a día de hoy, es que ya no bailamos en nuestra vida diaria.
Ahora, para bailar hay que “aprender”, y se enfoca únicamente a la expresión artística, que, por otro lado, es también algo maravilloso. Pero se ha perdido la parte de bailar para compartir en grupo, de bailar entre mujeres para divertirse, y se ha enfocado más al exterior, que al interior.

¿Y qué pasa con esto? ¿Qué nos podría aportar la danza? ¿Qué se nos escapa? En mi opinión, se nos escapa la alegría que nos puede aportar el baile. Nos perdemos bailarle a la vida, a las situaciones. Al bailar, expresamos sentimientos, liberamos emociones, nuestro cuerpo se activa. Tomamos acción. Liberamos endorfinas, nuestro estado de ánimo y de conciencia cambia. Y concretamente, las mujeres, ¿qué nos estamos perdiendo? Nos perdemos conocer nuestro cuerpo, tener plena conciencia de él, de todas sus partes. Liberar nuestra pelvis, nuestra espalda. Sentirnos plenas y a gusto en nuestra piel. Como mujer y bailarina, le diría a todas las mujeres del mundo: ¡baila! Baila mujer, conócete, disfruta tu cuerpo, siente la música, siente la alegría. Baila para ti. Para divertirte, para sentirte.

El baile llegó a mi vida antes que la matronería, pero cuando fui matrona comprendí que si para cualquier mujer la danza del vientre puede tener muchísimos beneficios, para una mujer embarazada se multiplican aún más, si cabe. ¿Qué momento puede haber en tu vida que te conecte más con tu cuerpo que cuando estás gestando? ¿Y qué momento más importante que este para estar conectada con tu cuerpo y sus sensaciones? La danza del vientre es una herramienta tremendamente útil, que te puede aportar muchos beneficios a diferentes niveles.
Los beneficios a nivel físico son claros. Por un lado, tiene todos los elementos positivos de un ejercicio aeróbico de bajo impacto: aumenta la resistencia, mejora la oxigenación, mejora la circulación, quemamos calorías, eliminamos toxinas, etc.

Por otro lado, gracias a los movimientos que se realizan, mejora el tono muscular, especialmente de la zona abdominal y del suelo pélvico, aumentando la conciencia corporal de esta zona. Además, de forma complementaria, también se trabaja la relajación de la musculatura, lo cual es ideal para prepararnos para el momento del parto, en el que necesitaremos músculos tonificados y fuertes, pero también con capacidad de relajación y elongación que permitan el nacimiento del bebé de la forma más suave posible. Todo esto será sin duda de gran ayuda en el momento del parto.

En mi opinión, hoy en día es importante trabajar el cuerpo antes y durante el embarazo, ya que debido al estilo de vida actual, con gran tendencia al sedentarismo, la mayoría de las mujeres no tienen la forma física que podríamos considerar la ideal. Antiguamente, la vida de las mujeres en las tribus, en los pueblos, en el campo, tenía un gran componente de ejercicio físico cotidiano: trabajar la tierra, las labores domésticas, etc. Esto hacía que, por lo general, tuvieran una mejor forma física, y la mayoría de los partos se producían sin mayores complicaciones. Sin embargo, en nuestros tiempos, debido al estilo de vida, los trabajos en los que se pasa tanto tiempo sentada, y las comodidades, por ejemplo, de transporte; nos movemos mucho menos. En la danza encontramos una bella manera de activar nuestro cuerpo y hacer ejercicio, obteniendo todos los beneficios arriba descritos, a la vez que nos divertimos, conectamos con nosotras mismas y bailamos en grupo con otras mujeres.

Del mismo modo, a nivel emocional, encontramos que bailar nos puede aportar muchas cosas. Moverse bailando es una expresión del alma, de nuestro ser. Aunque bailemos en grupo con más mujeres, también es un momento íntimo con nosotras mismas. Bailando nos vemos bonitas, porque nos sentimos bien en nuestro cuerpo danzante. Esto hace que aumente nuestra autoestima, que nos sintamos bien con nosotras mismas, que aceptemos con alegría los cambios maravillosos que tiene nuestro cuerpo durante el embarazo. En definitiva, danzar es una manera de canalizar, expresar y transformar las emociones, algo muy útil en el embarazo, cuando las emociones pueden estar muy cambiantes y a flor de piel.

“Danzar es una manera de canalizar, expresar y transformar nuestras emociones,
que en el embarazo están
muy a flor de piel”

Además, a nivel de conexión con nuestro bebé, es mágico. Mover nuestra pelvis, balanceándonos, sintiendo que lo acunas, que lo meces al ritmo de la música… una sensación indescriptible. Al aumentar la conciencia corporal, aumenta también la conciencia de la zona del útero, y hace que de forma natural estemos más atentas a todo lo que sucede en nuestro cuerpo, con nuestro bebé aún en su interior.

Y por último, está la gran importancia que tiene del hecho de bailar en grupo con más mujeres, de encontrar un tiempo y espacio para estar con otras embarazadas, que se encuentran en la misma situación que tú, con las mismas dudas e inquietudes. Un espacio para compartir vivencias, emociones, miedos, y entre todas transformarlos para encontrar el poder y la fuerza interior que tenemos y que nos ayudan a vivir la maternidad de forma placentera y confiando plenamente en nosotras mismas, en nuestros cuerpos, en nuestros bebés, y en nuestra capacidad para criar.

Así que si te llama… no te lo pienses, ¡y a danzar la vida!•

Sara Barreto
Matrona

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