Tactos vaginales durante el parto
Noticia publicada el 08-09-2016
Si estás embarazada, seguramente te habrás preguntado cuál es el motivo por el que se realizan tal cantidad de pruebas durante la gestación. Una vez sabes cuales son, es importante que te informes de la necesidad real de realizarlas, y de las alternativas existentes a cada una de ellas.
En este artículo voy a desarrollar el tema de las exploraciones vaginales o tactos vaginales. Una técnica incómoda y en ocasiones dolorosa para la mujer. ¿Has pensado alguna vez por qué se realizan, qué riesgos conlleva o si hay otra manera de comprobar la dilatación en el momento del parto?
Desde que una mujer gestante entra en un hospital, se produce el inicio de una serie de intervenciones rutinarias, que pueden variar según los protocolos de cada centro.
El tacto vaginal es un procedimiento que se utiliza con mucha frecuencia durante la asistencia al parto hospitalario. Es una de las técnicas diagnósticas fundamentales en el comienzo y el progreso del parto, cuyo objetivo es evaluar la evolución durante el trabajo de parto. Se obtiene información del estado de la bolsa amniótica, el descenso de la cabeza del bebé, la dilatación, el borramiento (acortamiento del cuello del útero) y la posición del cuello del útero.
Es durante la primera fase del parto, conocida como “pródromos de parto”, donde más tactos vaginales se realizan en los centros hospitalarios, ya que generalmente no se puede pasar a paritorio hasta que se inicia el trabajo de parto, momento en el que se alcanzan los 3-4 cm de dilatación y hay contracciones regulares. En este momento tiene gran importancia la preparación al parto de tu matrona, ella te sabrá explicar cuando debes acudir al hospital y así ahorrarte tactos vaginales innecesarios.
Los tactos vaginales solo pueden realizarse con el consentimiento de la mujer. Bajo ninguna circunstancia debe una gestante ser forzada a someterse a frecuentes y repetidos exámenes vaginales sin justificación previa. Todo profesional debe presentarse a la mujer previamente a la exploración, además de explicar la necesidad de su realización y como no, el resultado de esta (lamentablemente hoy en día, en muchas ocasiones se sigue sin informar a las mujeres como correspondería, y está en tus manos no permitirlo, no olvides que es tu cuerpo del que estamos hablando).
Otro problema que las mujeres sufren cada vez más es la cantidad de personas diferentes que le realizan los tactos vaginales durante su paso por el hospital. En los centros hospitalarios (universitarios) suele haber estudiantes que necesitan aprender y te pedirán tu consentimiento para realizarte une exploración previa a la de la matrona u obstetra. Esta debe ser siempre una decisión libre que puede estar influenciada por el momento del parto en el que te encuentres, el nivel de dolor que estés experimentando y la confianza y respeto que te transmitan dichos profesionales. Pero no olvides que es tu decisión permitirlo o no.
El tacto vaginal es siempre un tacto séptico (sucio), incluso realizándolo en las mejores condiciones asépticas (con guantes estériles), porque la vagina contiene bacterias, una flora que es inocua en la vagina misma, pero los dedos, por estériles que estén, arrastran bacterias hasta el orificio externo del cuello, y a través de él, hasta la cavidad uterina que tiene pocas defensas contra la infección. Por tanto sólo debe ser realizado por personal experto, con manos limpias y cubiertas por guantes estériles.
Tanto la Guía Práctica Clínica sobre la atención al parto normal del Servivio Nacional de Salud como la OMS recomiendan realizar un tacto vaginal a intervalos de cuatro horas para evaluar el desarrollo normal y fisiológico del parto. No habiendo diferencia en cuanto a realizarlo con una frecuencia menor.
La oxitocina, la llamada hormona del amor, por las diferentes funciones que realiza en nuestro organismo, y por la sensación de calma y bienestar que proporciona, es la hormona que provoca las contracciones durante el trabajo de parto. Esta es liberada cuando la mujer está tranquila, confiada y sobre todo se siente segura y sin miedo.
Durante el parto, una de las grandes preocupaciones de las mujeres es la evolución de la dilatación, los centímetros que, poco a poco, contracción a contracción, se van alcanzando. Si pensamos más allá de los protocolos hospitalarios y nos centramos en la fisiología de la mujer, deberíamos tener gran cuidado con todas esas pruebas que hacen que la mujer desconecte de su proceso, ya sea por la molestia de dichas pruebas o por la desconfianza y miedo que le puede ocasionar el profesional. Es de gran importancia que la mujer y el profesional establezcan una relación de respeto y confianza. Es por ello que los tactos vaginales se deben realizar solo en los casos necesarios y siempre intentando que la mujer se encuentre cómoda y segura para que la liberación de oxitocina se vea afectada lo menos posible.
Los motivos por los que se requiere un tacto vaginal son:
• Cuando se está en la fase prodrómica anteriormente explicada y se tiene contracciones regulares, para saber si el parto se ha iniciado y, si es así, pasar a paritorio.
• Una vez se está de parto se recomienda realizarse cada 4 horas para conocer la evolución del parto.
• Si el monitor que se coloca de manera continua o intermitente para controlar el bienestar fetal realiza alguna alteración en la frecuencia cardíaca fetal que pueda indicar un posible problema.
Cuando NO se debe realizar un tacto vaginal:
• Cuando se ha diagnosticado placenta previa (la placenta se inserta en la parte baja del útero).
• Cuando hay sangrado igual o mayor a regla.
• En el caso de tener la bolsa rota se debe tener aún más restricción que si no lo estuviera ya que hay más riesgo de infección.
Los riesgos que conlleva realizar tactos vaginales sin una justificación real son:
• Molestia y malestar de la mujer y por tanto interferencia en la segregación natural de oxitocina y en la fisiología del parto.
• Aumento del riesgo de corioamnionitis (infección de las membranas placentarias).
• Riesgo de infección neonatal.
Hace tiempo que me cuestiono los protocolos hospitalarios que olvidan individualizar cada caso y cada parto de manera única. Cada mujer es diferente y por tanto cada parto también lo es. Si confiamos en el poder de la mujer para parir sin ninguna ayuda más que la de su cuerpo, nos relajaremos y dejaremos de tener esa sensación de agobio y de necesidad de control de la dilatación y el parto. Hay que comprobar que el parto está evolucionando, sí, pero para ello se han establecido los tiempos adecuados para este seguimiento (cada 4 horas).
Una realidad muy diferente sucede en un parto en casa, donde la mujer está en completa libertad para hacer lo que le apetezca en el manejo de su parto. Las matronas suelen estar acostumbradas a este tipo de parto, confían en la mujer y esa sensación de querer saber la dilatación en todo momento desaparece.
Una de las alternativas al tacto vaginal es la llamada Línea Púrpura.
La línea púrpura es una línea que asciende desde el ano hasta el coxis (rabadilla) a medida que la dilatación va aumentando. Suele ser observada por matronas experimentadas en ello como alternativa al tacto vaginal. Dependiendo de la altura a la que se encuentre la ascensión de la línea púrpura se puede saber cuántos centímetros hay de dilatación aproximadamente. Con esta alternativa logramos evitar las molestias ocasionadas con los tactos vaginales y con ello el riesgo de infección.
También puede resultar útil observarla antes de ponerse de parto para saber en qué momento (que no sea demasiado pronto) acudir al hospital cuando éste ya haya comenzado.
La línea púrpura comienza a observarse por encima del ano cuando la mujer está entre 0 y 2 cm dilatada; entre 4 y 5 cm la línea puede verse a mitad de camino entre el ano y el coxis, y con 10 cm de dilatación la línea púrpura se completa.
Esta alternativa suele ser más utilizada cuando el parto es sin epidural ya que las posiciones que adoptará la mujer facilitan su visualización. Una vez se administra la epidural se debe permanecer en la cama y por tanto dificulta esta alternativa.
Otro signo que facilita saber cuándo la mujer se encuentra en la fase de expulsivo (momento en el que se alcanza la dilatación completa y puede comenzar, o no, la sensación de pujo) es prestar atención a los sonidos y el comportamiento de la mujer de parto. Es probable que en el momento en el que la mujer empiece a sentir la sensación de pujo, si está inmersa en su proceso muchas veces no sepa identificar y expresar de forma clara lo que está sintiendo, puesto que son sensaciones nuevas y se puede confundir con presión y sensación de pujo. En este momento la mujer seguirá completamente sus sensaciones y probablemente pujen sin darse apenas cuenta. Aquí es cuando las matronas experimentadas saben identificar el sonido emitido por la mujer, que cambia cuando se inicia esta fase, y por tanto no se necesita una nueva valoración vaginal.
Recuerda, la clave del desarrollo normal de tu parto está en que te informes, decidas y creas siempre en tu poder de mujer. No necesitas nada más, solo déjate llevar y disfruta de tu grandeza.
Feliz embarazo, parto y crianza.•
Gabriel Pérez
Matrona