Baby Blues y depresión posparto

Noticia publicada el 16-07-2018

¿Reaccionamos todos los seres humanos de la misma manera ante los distintos acontecimientos que nos ocurren en la vida? Seguramente la respuesta a esta pregunta sea “no”. Siendo así, y teniendo claro que no todas las personas reaccionamos igual ante las cosas que nos suceden ¿Por qué todas las mujeres tendrían que estar felices ante el nacimiento de un hijo?

La llegada o el nacimiento de un hijo supone un acontecimiento que para algunas mujeres está cargado de alegría, euforia y vitalidad, sin embargo para otras, dependiendo de la experiencia de parto que tengan, de la personalidad o la forma de afrontar nuevas situaciones, entre otros factores; conlleva atravesar por momentos de desánimo y de tristeza (que, en la mayoría de los casos, son transitorios).

El bebé ya está aquí y algunas mujeres se preguntan: “¿Y ahora qué hago?”, surgen dudas y miedos: “¿Y si no soy capaz?”, experimentan cierta inquietud porque es la primera vez que tienen a su hijo en brazos, lo sienten como un extraño (en algunas ocasiones) y aparecen pensamientos como: “Si estoy sintiendo esto, no soy una buena madre”.

Durante el posparto, se unen una serie de circunstancias como un coctel hormonal determinado (caída brusca de estrógenos y progesterona), agotamiento tanto físico como emocional, falta de sueño, molestias físicas (por ejemplo, los puntos de la episiotomía o la cesárea), un bebé al que acabamos de conocer y que depende al 100% de nuestros cuidados, expectativas que teníamos ante el nacimiento y/o el bebé que no se cumplen, posibles dificultades que pueden aparecer para dar el pecho... Ante todos esos factores, en un porcentaje elevado de mujeres (los estudios hablan de entre el 40 y el 80% de mujeres), surgen sentimientos de tristeza, ansiedad, irritabilidad y llanto fácil, insomnio y disminución de la concentración. Suelen aparecer en los primeros días del puerperio (en torno al tercer día después del parto) y dura, más o menos, unas dos semanas. Sin embargo, aunque resulta una situación desagradable, no le impide a la mujer hacerse cargo de los cuidados de su bebé.


Esta situación es totalmente normal, se trata de una reacción adaptativa que se ha llamado de distintas maneras: “Baby Blues”, “tristeza posparto”, “melancolía de la maternidad”, “tristeza del tercer día”... y que poco a poco irá remitiendo por sí sola, y sin que la mujer necesite acudir a un profesional de la psicología. Aun así, es recomendable que la mujer cuente con la presencia, el cuidado y el apoyo cariñoso de su pareja, familia y amigos. También es aconsejable, en la medida de lo posible, estar en contacto con otras madres (grupos de lactancia, crianza…), que puedan escucharla y normalizar lo que le ocurre.

Es conveniente diferenciar el Baby Blues de la depresión posparto, ya que a veces se confunden. La depresión postparto sí requiere un abordaje desde la psicología o la psiquiatría perinatal (o ambas). Es algo más serio que el Baby Blues y afecta a una de cada 10 madres. Cuando los síntomas normales del Baby Blues no sólo no desaparecen sino que se incrementan, o aparecen uno o más meses después de dar a luz, puede tratarse de una depresión portparto. La sintomatología también es más intensa y duradera.


Entre los síntomas de la depresión posparto destacan los siguientes:

• Sentirse triste, desesperanzada, vacía o abrumada.
• Sentirse malhumorada, enfadada o furiosa.
• Sentirse inquieta o agitada.
• Aislarse de familiares o amigos.
• Dudas frecuentes sobre sus capacidades como madre, o para cuidar del bebé.
• Poco o demasiado apetito.
• No poder dormir (insomnio), incluso en las ocasiones en que el bebé duerme o dormir excesivamente (hipersomnia).
• Sentimiento de inutilidad o culpa.
• Sentirse retraída o desconectada.
• Falta de placer o interés en todas o en la mayoría de las actividades.
• Pérdida de la concentración.
• Pérdida de energía.
• Sentimientos negativos hacia el bebé o incluso pensamientos sobre la posibilidad de hacerle daño.
• Preocupación excesiva por la salud del bebé (suelen, en este sentido, visitar mucho, a veces demasiado, al pediatra).
• Problemas para realizar las tareas en el hogar o el trabajo.
• Llorar “sin motivo aparente” o más frecuentemente de lo normal.

En algunos casos, es tal el nivel de malestar, que se sienten incapaces de cuidar no sólo de su bebé sino también de ellas mismas.

Cabe destacar, que los últimos estudios han demostrado que el hombre (me atrevería a decir que la pareja de la mujer puérpera, indistintamente de su sexo) también puede caer en la depresión posparto y que un factor de riesgo es que la madre también la tenga, a su vez, la depresión mantenida en el tiempo en la pareja, al igual que la materna, tiene consecuencias en el bebé a nivel de desarrollo cognitivo y/o emocional y consecuencias en el vínculo materno/paterno filial, entre otras.

Ante cualquiera de los síntomas anteriores, conviene visitar a un especialista (psicólogo o psiquiatra perinatal) y valorar la posibilidad de realizar una intervención específica que ayude a la mujer que se encuentra en esta difícil situación facilitando el vínculo con su bebé. Existen muchas terapias que se han mostrado eficaces para abordar la depresión posparto.


Si acabas de dar a luz, permíteme darte algunos consejos:

• Pedir ayuda cuando la necesites, tanto a tu compañero/a como a tus familiares o amigos.
• Tratar de no esconder tus sentimientos, emociones y pensamientos por duros que sean, intentar encontrar a alguien de confianza con quien puedas hablar y si no lo tienes en el entorno cercano o en los grupos de apoyo, siempre puedes acudir a un profesional.
• No realizar, en la medida de lo posible, cambios mayores importantes (que puedan suponer un estrés añadido) tras dar a luz.
• Intentar descansar todo lo que se pueda, aprovechar, por ejemplo, los momentos de descanso del bebé.
• Hablar con otras madres, en grupos de crianza o de apoyo, incluso hay algunos foros interesantes en la red, como el foro “Mamá importa” (http://saludmentalperinatal.es/mama-importa/) que fue creado para aquellas mujeres que pasen por cualquier tipo de dificultad durante el embarazo o el posparto y quieran compartir su experiencia con otras madres o mujeres que han vivido alguna experiencia similar.
• Pasear o hacer algún tipo de ejercicio físico suave.
• Amamantar a tu bebé. Se ha demostrado que es un factor protector para la depresión posparto por la descarga de hormonas, como la oxitocina, que promueven un fuerte sentido de amor entre los dos. Dar el pecho es mucho más que alimento para tu bebé, es contacto estrecho, calor, miradas, seguridad, calma y así se construye un vínculo que va a sostener su desarrollo posterior.
Si no das el pecho, por la razón que sea, esto se puede conseguir, incluso, dando el biberón de la manera más parecida a dar el pecho, a demanda, en brazos, manteniendo el contacto piel con piel, dándole masajes, hablándole… para que el bebé no pierda así la estimulación y la interacción que supone la lactancia y tú te beneficies (y disfrutes)  de ese “cóctel de amor”.
• Por último, y antes de llegar al límite (a ser posible) si creen que lo necesitan, pedir ayuda profesional.


Familiares y personas cercanas, tengan en cuenta que...

Pueder ser difícil dar alivio a una persona que lo está pasando mal. Muchas veces, no llegamos a entender del todo por qué está así, no sabemos qué decir, ni cómo ayudar. Conviene estar atentos a las necesidades de la reciente mamá, preguntarle cómo se siente, cómo lo está llevando todo, si necesita ayuda y en qué le gustaría que la ayudáramos.

Escucharla sin juzgar y sin aconsejar. Quizás esto sea lo más difícil. Cuando una persona querida se siente mal, nosotros también, y tendemos a darle consejos con la intención de ayudarla a estar mejor o para que esas emociones se vayan. En algunas ocasiones, cuando estas mujeres hablan y se sinceran, lo que reciben es -“eso a mi tambien me pasó y se te va a pasar” o bien “lo que necesitas es salir, déjame al bebé y sal a dar una vuelta con tu pareja” o “tendrías que estar feliz, mira a tu bebé, está contigo, está todo bien”- Mensajes cargados de buenas intenciones pero que, pueden no ser bien recibidos, haciéndole sentir que sus emociones no son válidas, que están fuera de lugar o que de alguna manera se las tiene que poder “quitar de encima” y no puede. Esto puede generarle culpa, con lo cual sufrirá, se sentirá peor y, como consecuencia, podría ocurrir que la próxima vez no se atreva a contar nada. Por tanto, lo mejor es escuchar, mantenernos cercanos, disponibles. No siempre tenemos que dar una respuesta a lo que les ocurre, a veces, sólo esa cercanía, el escuchar y dar un abrazo, si procede, ayuda a aliviar esos sentimientos.

Es conveniente estar atentos a posibles cambios en su personalidad, valorar si les parece que una situación determinada se prolonga demasiado en el tiempo (más de una o dos semanas) o si la sintomatología es muy intensa. Puede darse el caso de que sean los allegados quienes tengan que pedir ayuda, puesto que, en ocasiones, la persona deprimida no es capaz de pedirla por sí misma, sea porque no se siente con fuerzas, o porque siente que lo que le ocurre no puede compartirlo porque supone “ser una mala madre”. Estas madres sufren mucho y suelen sentir mucha culpa por no sentirse felices y alegres con el nacimiento y la presencia de su bebé, o porque ni pueden ni quieren hacerse cargo de sus cuidados, a veces, ni si quiera quieren estar a solas con él.

Por último, si bien es cierto que la depresión posparto no tratada y mantenida en el tiempo puede tener consecuencias o efectos negativos para la madre, el bebé, el padre, o incluso en la familia, también es cierto que con la ayuda, el acompañamiento y la intervención (siempre con modelos de terapia científicamente validados) de un profesional de la psicología o la psiquiatría perinatal, tiene solución y, tanto las madres como sus parejas, pueden acabar disfrutando de los momentos tan maravillosos que tiene la maternidad/paternidad.•

Idaira Izquierdo Hidalgo
Psicóloga Perinatal
consultaidairaizquierdo@gmail.com
Idaira Izquierdo Psicóloga Perinatal

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