En la piel de la niñez

Noticia publicada el 22-09-2017

La mayor parte de la sociedad tiene claro que una de sus funciones es la educación de los niños y las niñas. La dificultad radica en qué se entiende por educación. Cada persona parece entender cosas diferentes, dando la prioridad a aspectos distintos. Hay quien centra su tarea en transmitir conocimientos, otros en las normas de educación social, otros en evitar los riesgos que ahora parecen acecharnos, otros en potenciar la creatividad, otros la capacidad de reflexión… Por eso cada vez es más necesario un pensamiento sobre la educación en nuestro país ¿qué aspectos son prioritarios y cuáles secundarios? ¿cuáles se complementan?...

Es cierto que en muchos ámbitos se está realizando esta y otras muchas consideraciones interesantes, pero también es cierto que son indispensables al menos dos pasos más. Uno, que esas reflexiones no se queden sólo en la base del ámbito educativo, sino que lleguen a otros niveles, allí donde se elaboran normativas, documentos, currículums o incluso leyes, eso facilitaría muchísimo los cambios que ya nadie duda que son imprescindibles. El segundo paso es pasar de la reflexión a la acción. Atreverse a cambiar la manera de hacer, arriesgarse a hacer cosas nuevas sobretodo confiando en la infancia. Y en este segundo paso nos encontramos con actividades que favorecen otra manera de acercarse a los menores. Por ejemplo, todas aquellas actividades que se están centrando en cuidar la parte afectiva en la educación. Y no sólo tenemos que pensar en la escuela sino en actividades extraescolares durante el curso, en periodos vacacionales, actividades para el tiempo libre, de apoyo a las familias, etc.

Algunas de estas actividades relacionadas con la educación emocional se basan en cuentos, cartas de emociones, etc. Pero quiero centrarme en aquellas actividades que relacionan la afectividad y lo corporal, y no porque sean más o menos importante que las otras, sino porque tenemos que darle al cuerpo del niño la importancia que merece. Los niños de 0 a 6 años se caracterizan por la globalidad, es decir, lo emocional, lo corporal y lo cognitivo está íntimamente relacionado en todo lo que hacen. Y además, puesto que aún están entrando en el dominio del lenguaje, lo vivencial toma un gran protagonismo. El lenguaje corporal es un lenguaje universal, que utilizará el niño como recurso para relacionarse, aprender, conocerse y conocer a los otros... Por tanto los adultos que centran su actividad en esta etapa de la educación deben tener presente este lenguaje en los niños, en ellos y en las actividades de su labor profesional.


“El lenguaje corporal es un lenguaje universal que las niñas y los niños de 0 a 6 años utilizan como recurso para relacionarse, aprender, conocerse y conocer a los otros”


Todos sentimos a través de nuestra piel, y por eso hay multitud de expresiones que implican a la piel: “me pone la piel de gallina”, “lo he sentido en todos los poros de mi piel”, “ponerse en la piel del otro”, etc. Cuando nos dirigimos al cuerpo del niño debemos ser conscientes que estamos tocando su piel y que como dijo Paul Valéry (escritor francés) “Lo más profundo que hay en el hombre es la piel”.

Así que cualquier acción del adulto hacia el cuerpo del niño como acompañarlo a otro lugar donde queremos que se coloque o se siente, peinarlo, ayudarle a lavarse, colocarle bien la ropa… no es algo banal, sino que le está dando un mensaje que va mucho más allá de la piel. Por eso tenemos que cuidar el ritmo al que lo hacemos, el tipo de presión para que no violente o ponga a la defensiva, el momento en que lo hacemos, los espectadores de la situación (los niños aprenden por observación, imitación…), la anticipación a nuestra acción avisando y esperando respuesta verbal o no verbal… También tenemos que saber que cómo nos sentimos y cómo estamos tiene reflejo en nuestro cuerpo, así que observar el cuerpo del niño nos puede dar mucha información de él y poder ajustar nuestra intervención a sus necesidades sintiéndose comprendido y apoyado. O incluso que el adulto antes de dirigirse corporalmente al niño sepa cómo está en ese momento y qué puede transmitir, para valorar lo adecuado de actuar en ese momento o tomarse un tiempo para serenarse. Todo esto va a ayudar a que el adulto que educa tenga una buena relación con los niños, para que desde la confianza y el afecto sean en el futuro adultos que también escuchen, respeten y comprendan a los demás. Y, también sepan escucharse, comprenderse y respetarse a ellos mismos, no menos importante.

¡Pero vayamos a la acción! Además de los recursos que he nombrado para tratar las emociones en la infancia, ATAEI (Asociación para el Tacto Afectivo en la Educación Infantil) busca recuperar y recopilar actividades lúdicas de tacto respetuoso en la infancia. Tenemos aquellos juegos de falda que se hicieron toda la vida, canciones que imitan animales o fenómenos meteorológicos y que ayudan a esas “cosquillitas” tan divertidas, masaje con objetos de diferentes texturas y temperaturas, juegos de tacto muy creativos tanto para el niño como para el adulto, retahílas… algunas de estas tradicionales y otras creadas por profesionales que buscan que la educación sea una vivencia positiva y enriquecedora para todos y todas. Seguro que nos sorprende lo rápido que aceptan este tipo de actividades y cómo enseguida lo comparten con sus compañeros, familia… potenciando un cuidado mutuo desde lo lúdico, el cariño y el respeto.•

Ana Fernández Salas
Formadora de ATAEI
www.masajeinfantilformacion.es

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