Diabetes Mellitus en la infancia

Noticia publicada el 13-11-2018

¿Qué es la diabetes mellitus?

La diabetes mellitus es una enfermedad metabólica en la que los niveles de glucosa (azúcar) en sangre se encuentran elevados, esto se conoce como “hiperglucemia”. Este fallo se produce como consecuencia de una alteración en la secreción de la insulina, en su acción o ambas. La insulina es una hormona secretada por el páncreas que se encarga de introducir la glucosa en el interior de las células para poder ser utilizada como fuente de energía. Si por cualquier mecanismo esta secreción o su acción fallan, el azúcar no puede acceder a las células y se queda en la sangre donde, a corto y largo plazo, puede generar complicaciones.

 

¿Cuántos tipos de diabetes hay?

La diabetes se puede clasificar en diferentes grupos según el mecanismo por el que se producen. Así, la diabetes mellitus más frecuente en la infancia (aproximadamente un 90-95% de los casos) se conoce como diabetes mellitus tipo 1 y es debida a la destrucción de las células pancreáticas que producen la insulina. Aunque la causa de la diabetes mellitus tipo 1 aún no es del todo conocida, se habla de la existencia de una susceptibilidad genética (hay personas más predispuestas que otras) y factores desencadenantes que actuarían como detonantes de la respuesta inmune, entre ellos algunos virus, facilitando que el sistema inmunitario ataque por error al propio organismo y destruya el tejido sano, en este caso, se destruye la célula que produce la insulina, conocida como célula beta pancreática.

Por otro lado, la forma más prevalente a nivel mundial es la diabetes mellitus tipo 2 (85-90%), en la que se produce una resistencia a la insulina junto a un defecto progresivo en la secreción de la misma. Es casi exclusiva de los adultos, aunque en los últimos años su incidencia en la edad infanto-juvenil ha aumentado, sobre todo en relación al incremento en la obesidad, de hecho, el 85% de las personas con diabetes tipo 2 tienen exceso de peso.

Además, hay otros grupos minoritarios como la diabetes mellitus asociada al embarazo, diabetes debida a un defecto genético de las células beta del páncreas, secundaria a otros problemas endocrinológicos, alteraciones del páncreas y diabetes inducida por fármacos o productos químicos.

 

¿Qué síntomas puede presentar un niño que comienza con diabetes mellitus tipo 1?

Los síntomas que pueden aparecer al debut de la diabetes mellitus tipo 1 pueden ser poco específicos y pasar desapercibidos para muchos padres hasta transcurridas varias semanas. Los síntomas cardinales (síntomas guía de una enfermedad) de la diabetes mellitus tipo 1 se pueden englobar como las 4 “P”: poliuria, polidipsia, polifagia y pérdida de peso. Uno de los síntomas principales es el aumento de la ingesta de agua (polidipsia) y un aumento del número y cantidad de orina (poliuria). Esto se debe a que el organismo intenta eliminar parte del azúcar que se encuentra alta en la sangre a través de la orina y para ello arrastra cantidades muy grandes de agua; para compensar esta pérdida urinaria se pone en marcha el mecanismo de la sed, llegando el niño diabético a demandar bastante cantidad de líquidos al día e incluso puede llegar a despertarse varias veces durante la noche para beber agua y orinar. Por otro lado, también puede aparecer un aumento de la cantidad de comida que se ingiere (polifagia), ya que al no disponer de glucosa, las células reclaman energía que trata de compensar incrementando las ingestas. Por último, aunque se coma más, el cuerpo no puede utilizar esa energía, por lo que el niño termina perdiendo peso.

 

Si tu hijo bebe mucha agua y orina mucho, o si se hace pis en la cama cuando ya lo había controlado por la noche, hay que acudir al pediatra.

 

Además de estos síntomas clásicos, también pueden aparecer otros como fatiga, cansancio, mayor irritabilidad, dolor abdominal, aliento con un olor afrutado, nauseas o vómitos y signos de deshidratación (piel seca, ojeras, mucosas pastosas…).

 

¿Cómo diagnosticamos la diabetes tipo 1?

Podemos realizar un diagnóstico en base a los criterios definidos por la Asociación Americana para la Diabetes (conocida como “ADA” por sus siglas del inglés, “American Diabetes Association”):
- Glucosa en ayunas mayor o igual a 126 mg/dl en dos determinaciones.
- Glucosa en sangre al azar (sin ayuno) mayor a 200 mg/dl junto a los síntomas clásicos descritos.
- Sobrecarga oral de glucosa: el paciente toma una bebida azucarada y es criterio diagnóstico de diabetes si a las 2 horas de su ingesta la glucemia es mayor a 200 mg/dl.
- Por último, si la hemoglobina glicosilada (parámetro que mide el nivel medio de azúcar en los últimos 2-3 meses) es superior a 6,5%.

 

Y ahora, ¿qué tratamiento deben recibir?

Los niños que debutan con diabetes mellitus tipo 1 deben permanecer ingresados a nivel hospitalario, casi siempre alrededor de una semana, por dos motivos: primero, para asegurar un correcto ajuste de la pauta con insulina y segundo para instruir a toda la familia en el manejo de la enfermedad, conociéndose este proceso como educación diabetológica.

El tratamiento que usamos en la diabetes es la insulina que se tiene que administrar de forma exógena mediante múltiples dosis a nivel subcutáneo (tejido graso que hay debajo de la piel) a través de una pluma o una bomba.

 

Toda la familia del niño que debuta con diabetes mellitus tipo 1 debe recibir instrucciones en el manejo de la enfermedad.

 

Todos los tipos de insulina no actúan de la misma manera, de esta forma, en función de su efecto y su duración podemos clasificarlas principalmente en dos tipos. La insulina lenta (basal) tiene una acción prolongada y es la encargada de controlar la glucemia cuando no comemos; ésta se puede inyectar una o dos veces al día. Por otro lado, la insulina rápida o ultrarrápida ayuda a regular el azúcar en sangre durante las comidas y, salvo situaciones concretas, se inyecta un poco antes de las ingestas.

El control metabólico del niño diabético es clave para evitar complicaciones tanto agudas (hiper e hipoglucemias) como a largo plazo (problemas renales, vasculares, oftalmológicos y neuropatías). Para ello, se recomienda realizar un perfil glucémico consistente en registrar los controles de azúcar (una media de 6-7 al día).•


María Cabrera
Pediatra especialista en endocrinología
Centro de especialidades HOSPITEN Vecindario



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