Y tú... ¿qué pedirías?

Noticia publicada el 17-11-2017

El exceso de juguetes no es un buen regalo
para el desarrollo del niño.

 

Nos acercamos a unas fechas en las que la pregunta que más veces tendrán que responder los niños es “¿qué le pides a los Reyes Magos?”.

Y mientras, los padres hacemos malabares con el presupuesto para poder regalarles todo lo que nos piden, más lo que pensamos que puede gustarles. En las últimas décadas se ha pasado de hacer regalos en fechas señaladas (cumpleaños, día de Reyes…) a regalar en cualquier ocasión e incluso a usar los regalos como moneda de cambio para conseguir conductas deseadas en los niños.

Pero… ¿acaso nos preguntamos si es bueno dar tanto? Todos hemos oído decir o hemos dicho “no podemos comprarlo, es muy caro”, “hoy no tenemos dinero”, “cuando te portes bien te lo compro”… ¿Esto son motivos para comprar o dejar de hacerlo? En mi opinión, deberíamos ir más allá. Deberíamos de analizar qué valores damos al regalar tanto, qué implicaciones en el desarrollo de nuestros hijos tiene, en definitiva, qué consecuencias provoca este exceso material en el desarrollo cognitivo y emocional del niño/a.

El bombardeo televisivo, los catálogos y las visitas a las tiendas de juguetes disparan el deseo de tener todo aquello que se ve, pero ¿cómo podemos gestionar los papás este exceso?


El exceso no es solo material

Cuando pensamos en las repercusiones que tiene la cantidad ingente de regalos que reciben los más pequeños de la casa simplificamos pensando en cosas como “no me cabrán en casa”, “tanto juguete no es bueno porque no aprende a valorar”… sin embrago, además de estas realidades está el impacto que a nivel cognitivo y social genera esta exageración. El exceso de regalos provoca sobreestimulación, lo que en los niños se traduce como bloqueos y dificultad para la toma de decisiones. Cuando un niño recibe muchos juguetes a la vez dificulta que le preste atención a todos, ya que demasiados estímulos novedosos llevan a la desconexión atencional lo que trae consigo dificultad para prestar atención y para concentrarse.


“Le regalamos todo lo que quería y no le hizo caso a nada, terminó jugando con su coche viejo”


Cuando un niño/a se acostumbra a recibir constantemente regalos o en mucha cantidad se va haciendo cada vez más difícil sorprenderlo, va perdiendo poco a poco la capacidad de asombro, necesaria para el aprendizaje. Cuando los niños se acostumbran a tener todo lo que quieren, van perdiendo el disfrute que provoca la novedad y sienten que recibir un regalo no es algo excepcional sino una obligación. Por ello, hemos de tener cautela a la hora de hacer regalos a los niños. Más no es mejor.


“Tiene cientos de juguetes,
no juega con nada y siempre
dice que se aburre...”


El creerse con derecho a todo genera en el niño/a una baja capacidad para tolerar la frustración. Los niños sobrerregalados no valoran el esfuerzo que requiere poder comprar un juguete. No valora y cuando no recibe se frustra, pues se cree en el derecho de obtener lo que quiere siempre que quiere.


“¡Con el esfuerzo que hice
para comprarte eso y tú
lo tiras al suelo!”


La mayor cantidad de juguetes y las características de éstos se relaciona con una menor capacidad de imaginación. Ciertamente, los juguetes y juegos estructurados ayudan a desarrollar algunas capacidades cognitivas y motoras. Pero éstas, y muchas otras, como la imaginación y la coordinación motriz pueden lograrse sin ellos. Los niños que tienen a su alcance materiales menos estructurados como son piedras, palos, tierra, arena… desarrollan mucho más su capacidad creativa, ya que deben usar estos elementos para crear y desarrollar juegos no predefinidos. Y es que hay juguetes tan sofisticados que lo hacen todo, dejando muy poco espacio para que la imaginación del niño haga algo, es decir que el juego simbólico apenas tiene lugar.


“Mi tía Luisa es la mejor,
me regala siempre super regalos
 ¡me regaló la Nintendo!


Al hiperregalar damos un modelo consumista a los niños. Muchas veces oímos decir “total me costó dos euros”. Hemos de tener en cuenta que no importa únicamente el valor monetario del regalo en sí, sino las consecuencias que tiene darles todo lo que quieren. Los niños hiperregalados comienzan también a etiquetar a la persona por el precio del regalo que les hace, dejando de lado el valor emocional del mismo.

“No lo puedo llevar
al supermercado porque siempre
le tengo que comprar algo para que
me deje hace la compra”


Criterios para elegir juguetes

• La cantidad: menos es más. Hemos de primar la calidad a la cantidad.
• La edad del niño: se debe tener en cuenta la edad del niño. No puede ser muy difícil, pues lo frustraría; ni muy fácil, pues no despertaría su atención. Debería generarle retos para favorecer a su crecimiento y desarrollo.
• Las características del juguete. Lo más recomendable serían juguetes realizados en materiales naturales porque son menos estructurados y favorecen el juego simbólico fomenten la imaginación y el juego colaborativo, el respeto de normas y turnos. Sería adecuado preguntarnos a la hora de elegirlo ¿Qué queremos conseguir con el uso de ese juguete en concreto, qué valor educativo nos ofrece su uso?


Recuerda:

El mejor regalo somos nosotros, el regalo ideal es nuestro tiempo para jugar y compartir con ellos, algo que no cuesta nada pero supone más esfuerzo... un paseo, una excursión, una historia, una aventura en familia o hacer manualidades. El mejor regalo es que sientan nuestra presencia, nuestra presencia consciente, sin televisiones de fondo, ni móviles, ni conversaciones adultas. Nuestros hijos/as deben saber que son lo primero para nosotros, que disfrutamos de compartir nuestro tiempo, nuestro mayor regalo.•


La forma de regalar tambien genera aprendizaje.


Lucía Lorenzo Quintero
Psicóloga, experta en Desarrollo Infantil
Máster en Neuropsicología y Educación
Educadora certificada en Disciplina Positiva
Directora de Crecer en Salud Brain Centers
www.crecerensalud.com

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