Normalizar la lactancia materna

Noticia publicada el 01-09-2017

“La lactancia materna se considera la alimentación ideal del lactante. Además, la evidencia científica ha demostrado que los niños no amamantados tienen más enfermedades, más graves y más largas, no sólo durante la época de lactancia, sino muchos años después. Así, la lactancia materna de más de tres meses de duración puede disminuir hasta un 77% el riesgo de otitis media, un 75% el riesgo de infecciones respiratorias de vías bajas, un 40% el riesgo de asma y un 42% el riesgo de dermatitis atópica. Una lactancia materna de más de seis meses de duración puede también disminuir el riesgo de leucemia en un 20% y en un 36% el riesgo de muerte súbita. Además, parece que la lactancia materna disminuye el riesgo de enfermedad celiaca, obesidad, y diabetes tipo 1 y tipo 2 en la edad adulta”.


Con este párrafo la recién estrenada “Guía de Práctica Clínica de Lactancia Materna, Bilbao, 2017” del ministerio de salud de nuestro país introduce a cuántos puedan leerla, mujeres, familias y profesionales, una noción de los beneficios de la lactancia materna. Tanto la población en general cómo los profesionales sanitarios conocen sus beneficios pero, aún así, sigue sin conseguirse una adecuada normalización de la lactancia materna, tanto para la madre como para el lactante, para profesionales y para nuestra sociedad.

Tenemos claro que dar leche materna es un instrumento de salud pública pero seguimos sin conseguir normalizarla. Cuando hablo de “normalizar” me refiero a dar por “normal” algo que es natural, sin que existan de por medio presiones, dificultades, incongruencias y un sinfín de problemas que dificulten que eso, “natural” y “normal”, pueda ser normalizado.

Desde una visión integral de la maternidad, donde la lactancia tiene un peso muy importante, creo que hay varias “patas de la mesa” que se deben atender para que de verdad podamos normalizarla y disfrutar de sus beneficios. La clave pasa por la ya conocida frase “Promoción, protección y apoyo a la lactancia materna” que en algunos casos es totalmente ignorada por instituciones y organismo de responsabilidad en salud.

La primera pata de esta mesa que a veces cojea es la atención a la mujer. El respeto a sus decisiones informadas y el apoyo emocional en un momento único de su vida reproductiva son pilares indiscutibles que no podemos dejar de proteger. Los pechos son de la mujer, de nada sirve que le expliquemos que la leche materna es lo mejor para el bebé si tiene problemas en relación con su sexualidad o con la imagen de la maternidad que lleva construyéndose toda la vida. Por lo que, el acercamiento y el apoyo a la maternidad y a la lactancia debe pasar por entender las expectativas que trae esa nueva madre y cuan “normal” considera ella amamantar a su bebé. Aunque puede parecer obvio, es necesario dejar bien en claro que cualquier actitud o asesoramiento que pretenda convencer o presionar a la mujer a dar leche materna de sus mamas, sin que ella tenga una decisión clara, va a repercutir negativamente en su maternidad y en su concepción de ser madre. Y esto, (que he visto con mis ojos en algunos casos)es totalmente incorrecto, la madre no debe sentirse mal o “mala madre” cuando no es posible alimentar a su hijo con leche materna, por los motivos que sea.

La segunda pata de esta mesa es la sociedad. En esta palabra suelo incluir a la pareja, la familia extensiva, los amigos, vecinos, o gente que nos encontramos por la calle cuando estamos en sentadas en un banco dando de mamar a nuestro hijo o hija. Puedo asegurar que nuestra sociedad no normaliza la lactancia materna como forma de alimentar de forma saludable a nuestros hijos. Nos vamos de compras y pretendemos la ropa con el mejor tejido, el teléfono móvil con la mejor tecnología, el agua más pura y saludable... pero no hemos interiorizado que dar leche materna es “lo mejor” para el lactante facilitando que algo natural, bueno, con evidencia científica demostrada pueda ser algo habitual en nuestras vidas.

Al inicio de este artículo mencioné los porcentajes de disminución de enfermedades sobre los lactantes alimentado con leche materna los primeros seis meses de vida, me toca ahora nombrar la lactancia prolongada, que seguimos también sin normalizar. Sigue siendo raro, poco habitual y a veces hasta casi imposible conseguir que la imagen de una madre dando leche materna al pecho a una lactante de 3 años se vea como algo normal. Esta imagen, que en otras sociedades es algo habitual, en la nuestra no lo es, a pesar de que la evidencia científica y las recomendaciones de organismo de salud de reputado prestigio siguen apoyando la lactancia materna prolongada, como fuente de salud. Recientemente, la Asociación Española de Pediatría en su Comité de Lactancia se posicionó para apoyar la lactancia materna prolongada.

La sociedad desconoce aspectos importantes de la maternidad como, por ejemplo, respetar la intimidad en los procesos reproductivos como en los primeros días tras un parto. Muchas de mis compañeras son testigos de la cantidad de visitas que tienen las madres recién paridas en las maternidades haciendo que procesos fisiológicos y naturales se vean afectados por la falta de intimidad, de descanso o de apoyo. Por ello, uno de nuestros objetivos, si pretendemos normalizar la lactancia materna, debe ir encaminado a formar, a ser posible desde la niñez, para que en los colegios, institutos y centros educativos en general podamos apuntalar la educación para la salud.

Esto que parece sencillo no es ni mucho menos lo ordinario, y a pesar de que los profesionales de la salud hacemos grandes esfuerzos para llegar a toda la población, ésta sigue sin tener acceso a una educación afectivo-sexual y reproductiva adecuada y completa.

Quiero destacar que los grupos de apoyo a la lactancia materna, realizados por entidades sin ánimo de lucro, con claras intenciones de ayudar a la sociedad y compartir un momento de la vida de las personas tan intenso como la maternidad o la paternidad, son claves para que se pueda normalizar la lactancia. En los grupos de apoyo la relación de ayuda es proporcionada por una persona que ha vivido un proceso similar y tiene una pequeña formación y/o experiencia, de tal manera que ese sostén “madre a madre” tiene un valor añadido. Aunque también cabe señalar que toda la ayuda que se da en estos grupos no tiene un objetivo de diagnóstico ni de tratamiento, pero sí de apoyo en un ambiente social que complementa todos los demás recursos disponibles. La existencia y derivación a grupos de apoyo de lactancia materna es una de las recomendaciones de la IHAN y organismos internacionales expertos en lactancia materna, por lo que olvidarlos es una craso error.

La tercera pata de la mesa son los profesionales de la salud. De nada sirve que una mujer que haya tomado una decisión informada, que desea claramente amamantar a su hijo o hija, que cuenta con el adecuado respeto y apoyo de su pareja, familia y amigos para dar el pecho, se encuentre con profesionales que dificultan el inicio y la continuación de este proceso fisiológico. Es una de las patas de la mesa que mejor soporte debe dar, ya que los profesionales de salud somos la clave para promover, proteger y apoyar la lactancia materna en la vida reproductiva de la mujer, en instituciones sanitarias, centros educativos y en la sociedad en general. Pero con ser profesional de salud y tener un título universitario no basta. En mi experiencia, puedo afirmar que, a pesar de tener una titulación y formación específica, experiencia personal y profesional en el campo de lactancia, tanto en hospital como en grupos de apoyo, sigo aprendiendo cada día, de cada mujer, de cada bebé y de cada persona, y por su puesto, de cada padre y de cada familia. Una actitud de relación de ayuda con una sólida formación basada en evidencia científica debe ser insignia de cada profesional de la salud que esté al servicio de todas las personas que se encuentran en un proceso de maternidad/paternidad.

Cabe resaltar que en los últimos años veo cómo grupos de profesionales ponen su empeño en realizar proyectos ilusionantes con una dimensión multidisciplinar para promover, proteger y apoyar la lactancia materna. Como ejemplo, mencionar a los Comités de Lactancia de varios hospitales canarios recientemente constituidos que se esfuerzan cada día por mejorar la asistencia sanitaria a la lactancia materna, en su inicio y durante la misma, resolviendo complicaciones cuando aparecen, generando recursos de ayuda y servicios que antes eran impensables y que demuestran cada día, de manera lenta pero segura, su firme convicción por normalizar la lactancia materna como fuente de salud integral.

Finalizando, nos quedaría la última pata de la mesa, con las cuatro podemos sentar una base sólida para conseguir el objetivo de promover, proteger y apoyar la lactancia materna como fuente de salud para la población. Esta cuarta pata estaría integrada por los organismos oficiales de salud, políticos y con competencia en materia sanitaria, que son los primeros eslabones de una cadena que, sin una política clara de apoyo a la salud dotando de recursos necesarios, sería imposible conseguir el objetivo descrito. En otros países, las decisiones políticas se basan en el conocimiento científico y se promueven cambios y mejoras con dirigentes y gestores políticos que conocen qué determinadas acciones en la población dan resultados, a medio y largo plazo, positivos para la sociedad. Aquí podríamos hablar de utopía -como ya nos habló Michel Odent en varias de sus publicaciones- pero creo que esa palabra se antoja una buena excusa para aquellos que no quieren hacer nada por un mundo mejor. Por ello, no creo que sea una utopía mejorar la salud física, psicológica, social, espiritual y emocional de una población cuando de verdad se quiere apostar por ello.

Termino estas líneas volviendo al principio y recordando que en este año ha “nacido” la Guía de Práctica Clínica de Lactancia Materna, fruto de un arduo trabajo de profesionales expertos y que seguro será un buen instrumento para ayudar al objetivo que perseguimos, que es mejorar la salud. En dicha guía, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), hay una prevalencia de lactancia materna del 15% a los seis meses de edad del lactante, lo que representa una realidad que vivimos a diario los profesionales de salud, las madres, las familias, y la sociedad. Seguimos sin normalizar lo que debería ser “normal” evolutivamente como especie humana.
Quizá, al leer este artículo, dentro de diez años, esta cifra haya aumentado en nuestro entorno y, lo más importante, seamos felices y nos sintamos satisfechos viendo a nuestros hijos e hijas crecer con lo mejor que le podemos dar… su salud.•


Elisabet Machín Martín
Matrona

Para saber más consulta bibliografía: Grupo de trabajo de la Guía de Práctica clínica sobre lactancia materna. Guía de Práctica Clínica sobre lactancia materna. Ministerio de sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; Agencia de Evaluación de tecnologías sanitarias del país vasco-OSTEBA, 2017. Guías de Práctica Clínica en el SNS.

Volver