El estreñimiento

Noticia publicada el 10-07-2017

Probablemente la mayoría de la población tenemos la noción de qué es el estreñimiento y generalmente creemos conocer los hábitos correctos que debemos adoptar para intentar evitarlo. Pero lo que much@s ignoran son las repercusiones que tiene para el cuerpo el no evacuar correctamente y, lo que aún más desconocen es, la importancia que tiene evitarlo por el bien de nuestro suelo pélvico.

La Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) define el estreñimiento como aquella situación en la que una persona presenta menos de tres deposiciones a la semana, coincidiendo con presencia de heces duras, de escasa cuantía y más secas. Pero también como una disminución del número de veces que evacúa las heces, siendo estas difíciles de expulsar, de menor cantidad o volumen, así como un mayor esfuerzo defecatorio.

Muchas personas que lo sufren no son conscientes de que no vacían con normalidad. No es fisiológico tener heces duras, pequeñas y secas o si para defecar debemos hacer empujes o hay dolor.

Cuando tenemos estreñimiento es común sufrir síntomas como distensión abdominal, dolor de espalda, muchos gases, hemorroides y/o fisuras anales que cursan con sangrado durante o después de ir al baño, sensación de no haber vaciado completamente o malestar general, entre otros.

Si tenemos dificultad para evacuar de manera puntual, generalmente, es por causas pasajeras o que podemos corregir de manera eficaz modificando aquello que lo provocó, por ejemplo, un cambio en la alimentación, un viaje o alguna medicación. 

El mayor problema viene cuando este estreñimiento se alarga en el tiempo y se cronifica (más de seis meses). Las causas más comunes suelen ser una dieta inadecuada, poca ingesta de líquidos y vida sedentaria con poca actividad física, un embarazo, ignorar las ganas de defecar, estrés, algunas enfermedades como colon irritable o el hipotiroidismo, uso continuado de laxantes y algunos medicamentos.

El estreñimiento crónico hace que los desechos y toxinas que el organismo necesita evacuar queden retenidos durante más tiempo. De esta manera el cuerpo se contamina acidificándose y sobrecargando a algunos órganos importantes, las fisuras pueden cronificarse haciendo necesaria una cirugía, las hemorroides crecen y generan mucho dolor,  en casos extremos el colon es más propenso a desarrollar células cancerígenas, y un largo etcétera que debe valorarse a nivel médico.

 

El estreñimiento también afecta al suelo pélvico

Si retenemos las heces mucho tiempo la parte final del recto (ampolla rectal) se adapta a esta distensión y perdemos las ganas de defecar. Estos excrementos se deshidratan y cuando queramos expulsarlos estarán secos (fecaloma) y habrá que hacer fuerza.

Es común la aparición de fisuras en la zona del esfínter anal que, además de generar mucho dolor, también provocan un espasmo de la musculatura que en muchos casos necesita de tratamiento de fisioterapia y/o médico para ser corregido.

Además, este fecaloma frena los desechos que van llegando empeorando aún más la situación. Es necesario un buen tono de la musculatura perineal tanto para mantener la continencia como para permitir la evacuación y los empujes continuados en el baño son de los factores que más dañan al suelo pélvico.

Generamos así un círculo vicioso: a más debilidad… más estreñimiento… más empujes… más debilidad… más estreñimiento, y así sucesivamente, favoreciendo la aparición de incontinencia urinaria.

En la pelvis, todos los órganos están muy cerca unos de otros, el recto y la vagina están prácticamente en contacto. Si acumulamos heces, éstas cargan más peso sobre la vagina que unido a los empujes, puede generar un desplazamiento de los órganos facilitando prolapsos.

El 50% de las mujeres que padecen estreñimiento crónico se hacen estreñidas. Es importante ir al baño cuando aparecen las ganas para no perder el reflejo defecatorio pero, es muy común que no sea ni el lugar ni el momento oportuno, bien por el estrés laboral o doméstico, por miedo o dolor en la zona (por una episiotomía, fisura o hemorroides), etc.

Debe hacerse en una posición correcta, lo ideal sería lo más parecido a ponerse de cuclillas: las rodillas elevadas por encima de las caderas con un taburete, inclinación del tronco hacia delante, elevar el pecho para no quedar encorvados y buscar un punto de apoyo de las manos (pueden ser nuestros propios muslos o la pared).

La respiración es fundamental, no empujando y dejando que sea relajada y diafragmática. Si hay que generar empuje, intentaremos hacerlo sólo en casos excepcionales y echando aire con los labios fruncidos.

El diafragma es el músculo más grande del cuerpo, es imprescindible su correcto funcionamiento para un sinfín de funciones en el ser humano y una de ellas es la defecación. Es muy común que encontremos diafragmas muy tónicos, que trabajan incorrectamente bien sea por la forma de hablar, por el estrés, por cansancio. A menudo dejado de lado por fisioterapeutas y médicos, genera muchos desequilibrios que afectan al suelo pélvico y a la zona abdominal y, por supuesto, al intestino y su motilidad favoreciendo el estreñimiento.

También es importante sentarnos en el váter a la misma hora del día intentando reeducar nuestro organismo (ayudándonos del reflejo gastro-cólico presente después de las comidas principales, especialmente del desayuno). Se trata de permanecer sentado unos minutos ya que hacerlo durante mucho tiempo estira la zona perineal y genera presión en la zona.

Estas son algunas medidas que mejoran mucho la situación, aunque a veces es necesario el tratamiento personalizado para conseguir buenos resultados y corregir los daños ocasionados.

 

El estreñimiento infantil

Los más pequeños de la casa presentan a veces problemas en la defecación.

La encopresis o incontinencia fecal es el escape continuo y repetido de heces que se produce en un niño mayor de cuatro años en lugares no apropiados para ello, ocasionando frecuentemente el manchado de la ropa interior. La mayoría de las veces la causa es una retención exagerada de las heces que le lleva a situaciones extremas en las que, por rebosamiento, se le escapan.

La pauta adecuada es acudir al pediatra lo antes posible para que valore la situación. Sólo después de que el médico descarte una causa orgánica podemos actuar a nivel funcional. L@s niñ@s son muy sensibles y pueden tener descontrol de las heces por causas desconocidas por los progenitores (emocionales, orgánicas, … ).

Es básico que no se les genere sensación de culpabilidad para que no dañe su autoestima ni se aislen del entorno.

En la defecación, los esfínteres deben estar relajados pero encontramos algunos niñ@s que hacen lo contrario: una disinergia defecatoria, es decir, contraen en lugar de relajar.

La causa primera puede haber sido una fisura que generó dolor o el aprendizaje de hábitos incorrectos de empuje. No debemos alentar que empujen cuando van a defecar y la posición que debemos favorecer es la nombrada anteriormente. La posición de un orinal es ideal ya que es la más parecida a la de cuclillas o, en caso de usar el váter, colocando un taburete en sus pies (más alto que el de los adultos) para adaptarlo a la altura del menor.

El tratamiento depende de cada caso particular, habiendo un amplio abanico de posibilidades; a veces se combina tratamiento médico con fisioterapia, en otros casos se intenta primero el trabajo sin medicación.

En muchos casos es importantísimo un trabajo multidisciplinar en el que es necesaria la actuación de médico, psicoterapeuta y fisioterapia para conseguir resultados satisfactorios a todos los niveles.

Como siempre la prevención evita daños mayores. Toma medidas a tiempo para que el tiempo no te obligue a hacerlo.

Erika Amezcua Valmala
Fisioterapeuta especializada en Pelviperineología
Nº col. 1119

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