Salud mental

Noticia publicada el 21-12-2016

Los seres humanos somos complejos, diversos y cambiantes. Estas características hacen que al hablar de salud humana se trata del bienestar del cuerpo biológico, de la esfera psicológica, del aspecto mental, de la vida social, tal como lo señala la Organización Mundial de la Salud (1974): “La salud es un estado de completo bienestar biológico, psicológico y social. No es solo la ausencia de enfermedad”.

Y cuando hablamos de salud mental nos referimos a la calidad de las creencias acerca de si mismo, de su valor en su mundo cotidiano, de la calidad de sus pensamientos acerca de su cuerpo, su vida, la familia, lo que piensa acerca de los otros, de la convivencia, de la naturaleza, incluso de Dios.

Los pensamientos claros, positivos, conectados con la realidad, van a originar sentimientos agradables, optimistas, de logro, que a su vez van a generar en la persona conductas congruentes con su deseo de vivir en paz, de perseverar y superar las dificultades. Si el sujeto reconoce las emociones que lo afectan y las expresa en forma adecuada, luego puede relajarse y vuelve a la calma. Pero en ocasiones es necesario, como enseña el libro Comer, Rezar, Amar, “Aprender a escoger tus pensamientos, tal como escoges tu ropa cada mañana”. Y es allí donde la higiene mental es protagonista.


¿Qué es la higiene mental?

Es tener creencias y pensamientos positivos, sentimientos y conductas armónicas, sanas, hacia uno mismo, hacia los demás, hacia la naturaleza. Higiene mental es actuar hacia el logro positivo, la auto realización, incentivar la imaginación, la creatividad, reconocer las emociones básicas (alegría, tristeza, rabia, asco, miedo) y expresarlas adecuadamente (en intensidad y duración) y en concordancia con lo que ocurre en nuestro entorno. Estos pensamientos, sentimientos y acciones congruentes nos ayudan a desarrollar un óptimo estado de salud mental, emocional y física.

Necesitamos tener salud mental y emocional para poder tener salud física completa. Cuando se tiene equilibrio y bienestar en pensamientos y emociones, el sistema de defensa corporal y el resto de los sistemas funcionan de manera óptima, nos enfermamos menos, si estamos enfermos nos recuperamos más rápido. La higiene mental trae más salud.

“La infancia y la adolescencia son claves en el desarrollo de herramientas
que garanticen una higiene mental adecuada”.

La higiene mental de la infancia comienza en el embarazo: durante nueve meses la madre y el bebé son vulnerables a diversos factores  físicos, familiares, afectivos, nutricionales. El vínculo que establezcan los padres con los hijos, el estilo de crianza elegido en el hogar, las relaciones entre hermanos y la calidad de la función familiar son elementos de gran relevancia en el crecimiento y desarrollo del niño.

Los padres preguntan con frecuencia las señales tempranas de un niño con malestar emocional mental: el lactante (entre 0 y 2 años) puede presentar negativa a comer, cambios en el ritmo de sueño, se despierta llorando de madrugada, deja de controlar sus esfínteres después que ya había dejado el pañal; el niño preescolar (entre dos y siete años) dice cosas negativas de si mismo, no le gusta su cuerpo o aspecto, expresa sentir miedo o culpa con frecuencia, mantiene enojo o tristeza por tiempo prolongado; el escolar (entre siete y doce años) llora al ir al colegio, al hacer dibujos o tareas, se niega a jugar o salir de casa, se lo nota decaído y con poco entusiasmo, pierde interés en actividades que antes le gustaban, se muestra desobediente, rabioso, agresivo, aparecen cambios en su sueño, vuelve a mojar la cama cuando ya controlaba esfínteres, se aísla, baja el rendimiento escolar o deportivo. Si el niño presenta alguna de estas señales, y estas persisten durante dos o más semanas,  los padres deben consultar con su pediatra, si este considera necesario, refiere al niño al especialista en Higiene Mental.


“La atención que padres y maestros presten a los cambios de los niñ@s , así como mantener una comunicación  cercana y fluida, son claves para su desarrollo y para la detección temprana de algún trastorno”.


Los padres son los responsables directos del bienestar de sus hijos, y deben expresar aceptación, afecto e interés por cada hijo e hija, mantener una buena comunicación en casa, esmerarse por conocer las particularidades de cada uno, desarrollar comprensión y empatía, ejercer autoridad conjunta, ponerse de acuerdo en límites, normas de la casa, premios y castigos (aunque hay posiciones encontradas con el uso de premios y castigos en la educación infantil, son recursos que bien administrados, producen conductas deseables y refuerzan los logros en nuestros niños). Los niños necesitan apoyo en su trabajo escolar, los adolescentes ya son más independientes, es importante que sientan el apoyo familiar si necesitan ayuda. No podemos olvidar que ambos padres deben mantener y cuidar los vínculos afectivos sanos en la familia nuclear y con la familia extendida.

Los maestros por su parte, son los encargados de la educación formal, en un ambiente de respeto, paz y justicia. Se encargarán de conocer a los alumnos, sus fortalezas y debilidades, valorar sus esfuerzos, motivarlos para avanzar, hacer el aprendizaje del niño agradable, creativo, mantener el balance entre premios y consecuencias de acciones negativas –elogios y llamadas de atención. La clave para fomentar la higiene mental en el ambiente escolar es vigilar que esté libre de descalificaciones, críticas, comparaciones y acoso para que el aula sea un ambiente que propicie el desarrollo saludable de los alumnos.

Si queremos niños y adolescentes sanos, estas medidas deben alcanzar espacios como clubes deportivos, escuelas de danza, de arte, talleres de teatro, en todos los ambientes donde hacen sus vidas, porque ambos necesitan esas condiciones equilibradas para desarrollarse como personas sanas. Todos los adultos a su alrededor deben respetar las normas de sana convivencia para que los modelen con el ejemplo más que con las palabras. Los niños y jóvenes van a copiar lo que ven repetidamente en la conducta de los adultos que los rodean.

El trabajo de los médicos generales, pediatras, especialistas en higiene mental, psicólogos... es promover la salud mental a nivel individual, familiar y colectivo, trabajar en equipos interdisciplinarios, que incluyan a padres y maestros, para promover estilos de vida saludable que mantengan a la población sana.•

Dra. Mercedes Franco
Pediatra Puericultora
Especialista en Higiene mental Infantil y Juvenil
Terapeuta Familiar

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