La placenta y el alumbramiento

Noticia publicada el 14-11-2016

Casi siempre, cuando pensamos en un parto, la imagen que acude a nuestra mente es un bebé recién nacido, una madre feliz, emocionada, radiante, las personas a su alrededor también muy emocionadas… Pero, ¿qué pasa una vez que nace el bebé? ¿Ya está? ¿Ahí acaba todo? Lo cierto es que no. Una vez nace el bebé, comienza una fase muy importante, conocida como alumbramiento, aunque coloquialmente se utilice esta misma palabra para referirse al nacimiento del bebé. El alumbramiento es el periodo comprendido entre el nacimiento del bebé, y la salida de la placenta. Sí, la placenta. Ese maravilloso órgano que se encarga de que el bebé reciba todo lo necesario para su adecuado crecimiento en el vientre materno.

Habitualmente, la placenta es un órgano bastante olvidado, e incluso infravalorado. Por fortuna, cada vez va tomando más importancia ya que la información disponible hoy en día va en aumento, y se encuentracada vez más al alcance de todos.

Me gustaría explicar brevemente algunas de las características y funciones más importantes de la placenta.

El bebé está unido a la placenta mediante el cordón umbilical. El cordón umbilical está formado por una vena que lleva al bebé sangre oxigenada y rica en nutrientes, y dos arterias que transportan del bebé a la madre sangre sin oxígeno para ser regenerada en su sistema circulatorio. La pared umbilical está revestida con la gelatina del Wharton, compuesta de mucopolisacáridos (un tipo de molécula de hidratos de carbono). El cordón suele medir una media de 50 centímetros de largo y unos 2 centímetros de diámetro. Es fuerte y flexible.

La placenta, a su vez, está adherida el endometrio (tejido que reviste el interior del útero). Su principal función es aportar al bebé intraútero los nutrientes y oxígeno necesarios para su adecuado desarrollo, así como actuar a modo de barrera de protección frente a posibles bacterias dañinas y la mayoría de moléculas extrañas. Además, es un órgano de síntesis, fabricando las hormonas necesarias para que se produzca un embarazo sano: estrógeno, progesterona y gonadotropina.

La circulación sanguínea de la placenta realiza intercambio de sangre con la sangre materna, pero ésta no se mezcla con la sangre del bebé. Desde el comienzo del tercer mes, el bebé y la madre mantienen sistemas circulatorios completamente separados. Como escribe Robin Lim, “ese es uno de los milagros de la Placenta: integra tanto a la madre como al feto, mientras mantiene la integridad de cada uno de ellos con sistemas circulatorios individuales y separados. Por ejemplo, los nutrientes y el oxígeno se difunden desde la sangre materna a la sangre fetal, y sin embargo, increíblemente, el bebé y la madre tienen algunas veces tipos de grupo sanguíneo diferentes”.

Una cosa que me parece destacable para tener más en cuenta es que tanto el bebé como la placenta tienen el mismo origen: la unión del espermatozoide y el óvulo. Exactamente la misma dotación genética. Es algo bastante obvio, pero creo que muchas veces no lo pensamos. Es durante el proceso de embriogénesis cuando se van diferenciando las células que darán lugar a la placenta, saco amniótico, cordón umbilical, bebé… Pero todo tiene un mismo origen. Mágico, ¿verdad?

El peso de la placenta oscila entre 500 y 600 gr. Tiene dos caras, la fetal y la materna. La cara fetal es la que está en contacto con el bebé, donde están adheridas las membranas y se inserta el cordón umbilical. Tiene una bonita forma, como un árbol de la vida con sus ramificaciones, en la que el cordón sería el tronco y todos los vasos sanguíneos, las ramas.
La cara materna es similar a la carne, con una superficie “esponjosa” que es la que se adhiere a la pared interior del útero.



Fase de alumbramiento

Entonces, ¿qué ocurre en la fase de alumbramiento? ¿Qué es importante tener en cuenta para que todo suceda de forma fisiológica y saludable?

Una vez nace el bebé, el útero debe contraerse fuertemente para disminuir su tamaño y evitar el sangrado. Para que esto ocurra de forma efectiva y con normalidad, es necesario que la oxitocina (hormona presente en el embarazo y parto, una de cuyas funciones más destacadas durante el parto es producir contracciones uterinas) se segregue según lo previsto por la Naturaleza, en grandes cantidades. Después del parto, si se dan las condiciones adecuadas, se segrega un pico de oxitocina, el mayor que tendrá una mujer en su vida. Este pico de oxitocina ayuda a producir contracciones uterinas, que harán que el útero se contraiga fuertemente, y ayudarán a la expulsión de la placenta cuando esté desprendida.

Y, ¿cuáles son las condiciones adecuadas para que se dé un alumbramiento fisiológico y saludable? Pues aquí es muy importante saber que las condiciones del entorno/ambientales son determinantes. En primer lugar, es muy importante que la temperatura ambiente sea cálida y confortable. La mujer debe sentirse segura, cómoda y poder disfrutar de la interacción con el bebé recién nacido sin interferencias en un ambiente íntimo. El contacto piel con piel ininterrumpido aporta muchísimos beneficios para el bebé recién nacido, pero también a la madre, cuyo contacto hará que las hormonas necesarias para el establecimiento del vínculo, el apego, el enamoramiento y la lactancia se segreguen adecuadamente… Oxitocina, endorfinas, prolactina… Las hormonas están perfectamente orquestadas para que todo vaya sucediendo según la Naturaleza tiene previsto, pero para eso, precisamente, hay que dejarla que siga su curso y no interferir.

“Para que se de un alumbramiento saludable
la mujer debe sentirse
segura y tener un contacto íntimo con su bebé”

En este momento también es muy importante tener las menos interferencias posibles. Evitar, en la medida de lo posible, las conversaciones banales, las interrupciones, puesto que esto también activa el neocórtex, es decir, la parte racional del cerebro. Es una experiencia absolutamente única en la vida, y está para ser sentido, experimentado y vivido en toda su plenitud y con todos los sentidos al máximo, desde lo más profundo de nuestro ser.

Por ello, es ideal que cada vez más, las matronas y demás profesionales que acompañan partos, vayan tomando conciencia de la importancia de, en este momento, permanecer vigilante en un discreto segundo plano, “desaparecer” un poquito si es posible, y dejar a la nueva “familia recién nacida” estos momentos para enamorarse por completo, disfrutar de la profunda emoción y felicidad plena.

Si se da todo esto, es altamente probable que el alumbramiento se produzca de forma suave y fisiológica, sin ningún tipo de complicaciones.
La mujer puede empezar a notar otra vez contracciones y ligera sensación de pujo, o peso en la vagina. Ambos son indicativos de que la placenta está desprendida y lista para salir. Puedes seguir tu instinto y empujar un poco. Depende de en qué entorno y contexto te encuentres pariendo, puede que el profesional que te acompaña traccione muy ligeramente del cordón para acompañar la salida de la placenta, o incluso puede que simplemente tú misma te acuclilles y la expulses suavemente, mientras la matrona simplemente te acompaña observando. Ambas son alternativas posibles y totalmente válidas según las circunstancias.

Otro tema importante a tener en cuenta durante el alumbramiento, es el pinzamiento del cordón. Es de gran importancia que se realice el pinzamiento tardío del cordón una vez nace el bebé. Hay diferentes opciones de lo que se considera “tardío”, (1 minuto, 3 minutos, etc.), pero mi opinión es que si no hay prisa, se debería dejar, como mínimo, hasta que deje de latir. Porque esa sangre que se ve en la placenta y en el cordón es sangre del bebé, y si lo cortamos antes de tiempo no regresa al bebé sino que, evidentemente, se queda en la placenta. Otra opción, mi favorita y la que dejo que suceda en los partos que acompaño, es esperar a que la placenta salga, y luego, una vez fuera, cortar el cordón. Lo importante de esto es tener en cuenta la gran importancia que tiene que una vez el bebé nace, le siga pasando la sangre a través del cordón umbilical y evitar por todos los medios el corte inmediato. El pinzamiento tardío va a tener beneficios a largo plazo, y en el momento va a ayudar a que la transición de la vida intrauterina a la extrauterina sea lo más suave y amorosa posible.

¿Y qué pasa si algo no ha salido o no sale según lo previsto, y no se pueden dar todas las circunstancias ideales para un alumbramiento lo más fisiológico posible? Sabemos que en los partos, muchos factores a veces son imprevisibles y no se pueden controlar, lo único que podemos hacer es adaptarnos y aceptar las circunstancia. Pero siempre, eso sí, con conciencia, sabiendo y entendiendo por qué se hace lo que se hace, y dando nuestro consentimiento. Si esto se da, y algo no sale justo como habíamos planeado será porque en ese momento era lo mejor para nosotras y/o nuestro bebé, y tenemos la capacidad de elegir, a cada paso, lo que consideramos mejor. Hay que evitar a toda costa las altas expectativas e idealización y, sobre todo, las frustraciones posteriores. Pero para que esto no ocurra, tenemos que estar muy bien informadas, y tener claro que, en los partos, si todo va bien, mientras menos se interviene, muchísimo mejor. Y que si hay que intervenir por un motivo justificado, entender y saber por qué es, porque de esa manera sabemos que el control lo tenemos nosotras, y estamos decidiendo sobre nuestro cuerpo, adaptándonos a las circunstancias tal y como se presentan. Sólo así podremos estar felices y en calma con nuestra experiencia de parto, se presente como se presente. Sintiéndonos dueñas de nosotras mismas, de nuestro cuerpo, y de sus procesos.

¡Feliz parto, feliz nacimiento!•

Sara Barreto Ramos
Matrona

Volver