El valor del agua de la leche materna

Noticia publicada el 30-09-2016

“El secreto de la vida está en el agua, en el agua que preserva el orden”
Ernst Schrödinger
Premio Nobel de física, 1933

“La vida es agua danzando al son de los sólidos”
Albert Szent Gyiorgyi
Premio Nobel 1937. Sintetizó la vitamina C.

 

Nuestro cuerpo está constituido por agua, en un 70%, la mayor parte se encuentra en el interior celular y el resto bañando las células como si fuera un océano en miniatura. Si sacásemos todo lo orgánico de nuestro organismo, nos quedaría un molde perfecto del cuerpo, una matriz idéntica a la parte física, formado por el agua. Somos un fluido con fluidos llenos de vida, saliva, lágrimas, la sangre, la leche….

Las investigaciones sobre la composición de la leche materna, han priorizado la búsqueda de sustancias que fueran fáciles de añadir a la leche artificial que se empezó a fabricar en 1867, con el fin de dar salida a un excedente en la producción de la leche de vaca. La idea fue de Henri Nestlé, comerciante suizo de origen alemán, que combinó azúcar y harina cocinada con malta a la que solo debía agregarse agua.  Nestlé, descubrió la rentabilidad económica que tenía, pues los costes de producción eran bajos. Presentaba su producto como “tan correcto científicamente que no deja nada que desear” y aseguraba “las propias madres harán publicidad por mí”.

Las leches más parecidas en composición a la humana son la de burra y la de cabra,  pero de estas nunca hubo excedentes de producción como de la leche de vaca, por eso nunca se han utilizado como base para fabricar la leche artificial. Conocer la historia da claves importantes para comprender el presente .

Teniendo en cuenta que añadir agua a la leche en polvo era sencillo, nadie se ha molestado en investigar y destacar sus propiedades y, sin embargo las tiene, pues el agua de la leche materna tiene una estructura diferente al agua ordinaria.

Destacados científicos, algunos galardonados con el Premio Nobel, han investigado sobre el agua.  Mu Shi Jhon, en su libro “El Puzle del Agua y la clave Hexagonal”, explica la estructura del agua que rodea las células sanas, en forma de anillos hexagonales. Y en el prólogo de dicho libro, el doctor Ángel Escudero (médico español de prestigio internacional, creador de la Noesiterapia o curación por el pensamiento), escribe lo siguiente:

“Existe un gran paralelismo entre los efectos del agua y la salud, dependiendo de su cantidad y calidad, y el pensamiento, esa herramienta que traslada la energía del alma humana a nuestra vida”.

Gracias a la moderna tecnología, como la resonancia magnética nuclear, se ha podido verificar la estructura molecular del agua corporal. Porque el agua ordinaria, tanto la conducida por las tuberías como la embotellada, no presenta la misma estructura que el “agua viva” de nuestro organismo. Para explicar la importancia que tiene la estructura está el ejemplo clásico que diferencia al grafito, la mina de lapicero; y el diamante, ambos con la misma composición química, y estructura  diferente.

Como decía Mae Wan Ho, descubridora del “cristal líquido del agua” en los seres vivos: cuando muere un organismo desaparece la organización del agua que formaba parte del mismo, “el agua cuántica coherente hace la vida en la tierra”.

Otros científicos han confirmado que el agua de los seres vivos tiene unas propiedades especiales, nombrada con diferentes palabras, haciendo referencia a sus propiedades, como “agua organizada”, “estructurada”, “cristal de agua”, “agua con estructura cristalina”, “agua hexagonal” o “cuarta fase del agua”, un estado intermedio entre el estado sólido y el líquido, algo semejante a un gel con una fórmula química, H3O2.

De todas las denominaciones la más representativa sería la de “agua viva”.

El “agua viva”, se comporta como una matriz organizada capaz de transportar señales, vibraciones e información de una forma similar a como lo hacen cristales sólidos que se emplean en los circuitos electrónicos de alta tecnología. Parece ser que el agua en los seres vivos cumple esa misma función, es capaz de amplificar y transmitir señales en un instante y transporta todo el espectro de frecuencias de la vida.

El agua del interior de las células presenta similitudes con las aguas milagrosas de Lourdes y el Ganges, según Masaru Emoto, japonés universal que investigó las diferentes formas de los cristales de hielo del agua, que obtenía según las vibraciones, sonidos, música, palabras, colores, formas, intenciones o pensamientos de las personas, a las que se exponía el agua. En su libro “Mensajes del agua” se muestran algunas de esas imágenes.

En el “agua estructurada”, las moléculas se mueven en una vertiginosa danza en espiral, realizan una coreografía enlazándose en grupos de seis, mediante enlaces de hidrógeno, formando hexágonos, durante cien millonésimas de segundo y para que ese movimiento sea posible se precisan espacios con formas geométricas especiales como la ovoide. No es casual que los alveolos mamarios, donde se encuentran las células que forman la leche, sean de forma ovoide lo que facilita el movimiento en espiral, la forma universal que se repite en la naturaleza, como por ejemplo en el ADN, o la hélice que forma la musculatura del corazón (descubierto por el cardiólogo español Torrent Guasp).

En el calostro hay un 87,2% de agua y en la leche madura un 88%. ¿Cómo va a incorporar la vida en sí misma algo que no sea necesario o imprescindible para sostenerla? La vida ni despilfarra, ni acumula, en la vida todas las cosas tiene un motivo.


Algunas recomendaciones saludables en general y para que las madres lactantes aumenten su agua estructural o hexagonal

Beber agua de manantial, tomar el sol, andar descalzas sobre la hierba o la playa. Todo ello contribuye a un aumento de la energía del agua corporal  y a una recarga de electrones.

“El contacto piel con piel con la Madre Tierra
es una fuente inagotable de antioxidantes”

Caminar en contacto directo con el suelo,  permite que el flujo de energía beneficiosa y libre de la tierra, los llamados electrones, llegue al organismo y así se evita la formación de radicales libres, que son moléculas a la que les falta un electrón  y provocan reacciones que nos enferman y envejecen.


María Jesús Blázquez García
Madre de cuatro criaturas
Bióloga
Postgrado en Medicina Naturista
Cofundadora de la Asociación Vía Láctea
y del Colectivo Otra Biología

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